¡Buenas! Puesto que andamos
hablando de cuentos e ilusiones, voy a seguir en la misma línea, pues hay un
tema que siempre me ha tocado de cerca: la magia.
Yo he crecido en una familia en
la que la magia siempre ha estado presente. Tanto mis padres como sus
respectivos hermanos y hermanas siempre han mantenido viva esa débil llama a la
que llamamos inocencia. Durante las festividades populares, como la mayoría de
las familias, esperábamos a Papá Noel o a los Reyes Magos (incluso hoy en día
lo hacemos siendo todos adultos), siendo realmente mágico cómo nos visitaban
sin ser vistos. Sin embargo, no es solo a esto a lo que me refería con magia.
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Cuando yo tenía nueve años,
recibí como regalo de cumpleaños un libro titulado “El libro de las hadas”, en
el cual figuraban detallados pasos a seguir para convertirse en un hada, unas
alas plateadas, una tiara, flores mágicas y polvos de hada para poder completar
los pasos. Yo estaba encantada, ¡podía llegar a ser un hada! Pero no solo
recibí el libro, sino que pegada a la contraportada había una nota de una de mis
tías afirmando que, si seguía las instrucciones del libro y practicaba, me convertiría
en un hada al cumplir diez años. Por supuesto, me leí el libro tropecientas
veces, seguí los pasos al pie de la letra, gasté los materiales de los que
disponía practicando y, haciendo caso omiso a las burlas de mis vecinos mayores
en el parque que afirmaban que era una idiota (a lo que yo les respondía que verían
en mi cumpleaños cuando les transformase en rana…), mantuve la ilusión y
espere a mi décimo cumpleaños. Nada ocurrió. Nada, excepto una carta más, esta
vez firmada por “Maravillas”, una de las hadas más importantes de todas. La
carta tenía los bordes desgastados y un color marrón muy característico, ya que
las hadas escriben en la corteza caída de los árboles. En ella me explicaba que
no podía convertirme en un hada, puesto que ellas vivían muy lejos y tendría
que dejar a mis amigos y a mi familia, pero que me habían estado observando y estaban
muy contentas de que hubiese luchado tanto por ser una de ellas, a pesar de la
gente que no me había apoyado. También me decía que siempre que necesitase
ayuda ella estaría ahí, solo tenía que escribirle una carta y dejarla en la
higuera del jardín, donde ella la recogerá y me contestaría en cuanto pudiese.
Y así fue.
Escribí cartas prácticamente
todos los días, algunos días incluso adjuntaba un recuerdo o un regalo, conchas
de la playa, dibujos o cualquier cosa especial. Siempre recibía una contestación,
una carta con consejos o simplemente hablando de cómo estaban las cosas. Hasta
llegué a recibir una estatua a tamaño real de mi hada Maravillas, para que
siempre la tuviese presente.
Pronto, mi hermana pequeña
también comenzó a dejar cartas en la higuera y, sorprendentemente, recibió
respuestas de otro hada llamada Marina. Los ojos se le iluminaban cada vez que recibía
una carta de su hada… pura magia.
Sin embargo, cierto día, mi hada tardó
una temporada más larga en contestar, mientras mi hermana seguía recibiendo
cartas de la suya.
Recibí una última carta. Maravillas
tenía unos asuntos muy importantes de los que ocuparse en el reino de las hadas
y no sabía si podría volver a escribirme, pero que pensaba mucho en mí y
siempre cuidaría de mí. Al principio no sabía qué hacer. Escribí una carta de
despedida, dándole las gracias por estar siempre conmigo, que le echaba mucho
de menos y que por favor me escribiese algún día. No recibí respuesta, pero de
vez en cuando Marina, el hada de mi hermana, le escribía noticias para mí.
Es algo indescriptible ese
sentimiento, sentir la magia, tener un mundo en el que poder evadirse… es algo
que todos deberíamos tener y nunca perder.
Un día tuve una conversación con
mi madre. Hablamos de hadas, de niños y de papeles manchados con café, a partir
de la cual recayó en mí el mantener vivo esa ilusión para mi hermana, aconsejarle,
ayudarla y responder siempre a sus cartas…
Ojalá todos creyésemos un poquito
más en la magia, cada uno a nuestra manera, pues esa mezcla de inocencia e
ilusión es lo más bonito del mundo.
Además, ¿quién dijo que esas
ilusiones y esa magia no son reales? Yo acabé convirtiéndome en hada.
Blog Horóscopo y runas,"Cómo ver hadas" |
Hermosa historia, yo tengo una amiga que hizo un curso de hadas y sabe hacer varitas mágicas
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