martes, 10 de febrero de 2015

De hadas y otras fantasías

¡Buenas! Puesto que andamos hablando de cuentos e ilusiones, voy a seguir en la misma línea, pues hay un tema que siempre me ha tocado de cerca: la magia.

Yo he crecido en una familia en la que la magia siempre ha estado presente. Tanto mis padres como sus respectivos hermanos y hermanas siempre han mantenido viva esa débil llama a la que llamamos inocencia. Durante las festividades populares, como la mayoría de las familias, esperábamos a Papá Noel o a los Reyes Magos (incluso hoy en día lo hacemos siendo todos adultos), siendo realmente mágico cómo nos visitaban sin ser vistos. Sin embargo, no es solo a esto a lo que me refería con magia.

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Cuando yo tenía nueve años, recibí como regalo de cumpleaños un libro titulado “El libro de las hadas”, en el cual figuraban detallados pasos a seguir para convertirse en un hada, unas alas plateadas, una tiara, flores mágicas y polvos de hada para poder completar los pasos. Yo estaba encantada, ¡podía llegar a ser un hada! Pero no solo recibí el libro, sino que pegada a la contraportada había una nota de una de mis tías afirmando que, si seguía las instrucciones del libro y practicaba, me convertiría en un hada al cumplir diez años. Por supuesto, me leí el libro tropecientas veces, seguí los pasos al pie de la letra, gasté los materiales de los que disponía practicando y, haciendo caso omiso a las burlas de mis vecinos mayores en el parque que afirmaban que era una idiota (a lo que yo les respondía que verían en mi cumpleaños cuando les transformase en rana…), mantuve la ilusión y espere a mi décimo cumpleaños. Nada ocurrió. Nada, excepto una carta más, esta vez firmada por “Maravillas”, una de las hadas más importantes de todas. La carta tenía los bordes desgastados y un color marrón muy característico, ya que las hadas escriben en la corteza caída de los árboles. En ella me explicaba que no podía convertirme en un hada, puesto que ellas vivían muy lejos y tendría que dejar a mis amigos y a mi familia, pero que me habían estado observando y estaban muy contentas de que hubiese luchado tanto por ser una de ellas, a pesar de la gente que no me había apoyado. También me decía que siempre que necesitase ayuda ella estaría ahí, solo tenía que escribirle una carta y dejarla en la higuera del jardín, donde ella la recogerá y me contestaría en cuanto pudiese.

Y así fue.

Escribí cartas prácticamente todos los días, algunos días incluso adjuntaba un recuerdo o un regalo, conchas de la playa, dibujos o cualquier cosa especial. Siempre recibía una contestación, una carta con consejos o simplemente hablando de cómo estaban las cosas. Hasta llegué a recibir una estatua a tamaño real de mi hada Maravillas, para que siempre la tuviese presente.

Pronto, mi hermana pequeña también comenzó a dejar cartas en la higuera y, sorprendentemente, recibió respuestas de otro hada llamada Marina. Los ojos se le iluminaban cada vez que recibía una carta de su hada… pura magia.
Sin embargo, cierto día, mi hada tardó una temporada más larga en contestar, mientras mi hermana seguía recibiendo cartas de la suya.

Recibí una última carta. Maravillas tenía unos asuntos muy importantes de los que ocuparse en el reino de las hadas y no sabía si podría volver a escribirme, pero que pensaba mucho en mí y siempre cuidaría de mí. Al principio no sabía qué hacer. Escribí una carta de despedida, dándole las gracias por estar siempre conmigo, que le echaba mucho de menos y que por favor me escribiese algún día. No recibí respuesta, pero de vez en cuando Marina, el hada de mi hermana, le escribía noticias para mí.

Es algo indescriptible ese sentimiento, sentir la magia, tener un mundo en el que poder evadirse… es algo que todos deberíamos tener y nunca perder.

Un día tuve una conversación con mi madre. Hablamos de hadas, de niños y de papeles manchados con café, a partir de la cual recayó en mí el mantener vivo esa ilusión para mi hermana, aconsejarle, ayudarla y responder siempre a sus cartas…

Ojalá todos creyésemos un poquito más en la magia, cada uno a nuestra manera, pues esa mezcla de inocencia e ilusión es lo más bonito del mundo.

Además, ¿quién dijo que esas ilusiones y esa magia no son reales? Yo acabé convirtiéndome en hada.

B.


Blog Horóscopo y runas,"Cómo ver hadas"

1 comentario:

  1. Hermosa historia, yo tengo una amiga que hizo un curso de hadas y sabe hacer varitas mágicas

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